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diálogos, propuestas, historias para una Ciudadanía Mundial

Persecución y éxodo de un guerrillero reinsertado

Participación política y trabajo ecológico para la paz en medio de las dificultades

Néstor RIVERA

09 / 2003

En 1991, durante el gobierno de Cesar Gaviria Trujillo en Colombia, el proceso de paz con el movimiento guerrillero M-19 llegó a su fin y el resultado fue la desmovilización de este grupo armado. Uno de los incentivos de la desmovilización fue la promesa de permitir la participación de sus integrantes en los escenarios políticos públicos para que pudieran seguir luchando y defendiendo sus intereses ideológicos, sociales y políticos. Fue entonces cuando se fundó el movimiento político Alianza Democrática M-19.

En un comienzo, el nuevo movimiento tuvo una representación exitosa; en la discusión y redacción de la Constitución Política Colombiana de 1991 obtuvo una participación de 19 constituyentes y en las elecciones del mismo año consiguió 24 escaños en el Congreso de la República. Sin embargo, con el paso del tiempo perdió fuerza y representación y ha sido absorbido por las corrientes políticas tradicionales.

Diego Ramírez* fue uno de los cientos de militantes del M-19 que se desmovilizó y se hizo miembro de la Alianza Democrática M-19. Así lo expresa:"nosotros consideramos que el tiempo de la lucha armada guerrillera había culminado, que la forma para lograr nuestros objetivos ya no era por medio de las armas, que debíamos buscar otras alternativas y la mejor de ellas era por medio de la participación política directa. Desafortunadamente los otros movimientos guerrilleros no lo han comprendido así y es por eso que se han convertido en mercenarios sin ideales".

Consecuentemente, se instaló en el departamento de Antioquia, en una zona con una alta influencia de los grupos paramilitares. Allí desempeñaba su labor política. En un comienzo, las cosas funcionaron sin contratiempos, pero cuando se empezaron a hacer denuncias acusando a diferentes líderes políticos de malos manejos de dinero y abuso de sus facultades surgieron amenazas para él y sus compañeros por parte de este grupo al margen de la ley.

Las amenazas se hicieron primero mediante llamadas telefónicas en las que se les "advertía" que no siguieran haciendo estas denuncias y que lo mejor era que abandonaran la región. Al principio no les prestaron mucha atención y no estaban seguros de su veracidad, pero como suele suceder en este país macondiano, donde lo real supera la ficción, en el año de 1997 esas advertencias se convirtieron en cadáveres. Entonces, Diego Ramírez y siete familias se vieron obligadas a abandonar su región y a dirigirse al departamento de Bolívar.

Al llegar a la ciudad e instalados en un sector de escasos recursos, Diego y sus compañeros de éxodo crearon en el año 2000 una corporación ecológica. Esta organización se propuso trabajar en dos líneas de acción:la primera, de carácter educativo, en la que se formaba a la comunidad en temas como el reciclaje, el manejo de las aguas y el cuidado paisajístico. La segunda línea, trabajaba el arte de la basura, que consiste básicamente en aprovechar los desechos reciclables, los que se utilizan para producir agendas, cuadernos, esculturas y obras de arte. Inicialmente, esta actividad les generó una forma de subsistencia adecuada y además motivaron el trabajo ecológico en su zona de influencia.

A pesar de que este grupo de familias había adquirido un nuevo rol social, el pasado rondaba -como una pesadilla-- el presente, ahora no sólo como amenaza sino también como persecución. En el año 2002, durante la campaña presidencial del actual presidente de Colombia Álvaro Uribe Vélez, se acusó a dos miembros de la organización de participar en el atentado a este candidato durante su visita a la ciudad de Barranquilla (Atlántico) y fueron encarcelados.

Igualmente, la casa del señor Diego Ramírez fue allanada en las horas del día, en el mes de abril de ese mismo año. Las repercusiones de ese acto no fueron mayores pues en ese momento él no se encontraba en la vivienda; pero días después, en horas de la noche, un grupo de encapuchados irrumpió en la casa haciendo nuevas amenazas y sembrando nuevamente la zozobra. En busca de su seguridad y la de los suyos, Diego envió a sus dos pequeños de 22 meses de nacidos a la casa de sus padres, mientras que él se refugio en casa de sus amigos durante algún tiempo. Finalmente, en agosto del 2002, él y otras tres familias se vieron obligados a desplazarse nuevamente.

Una vez instalados, Diego se dirigió al Departamento Administrativo de Seguridad (DAS) con el fin de averiguar sobre su situación. Allí le informaron que era objeto de una investigación pero que no había ninguna orden de captura en su contra. Cuando él pidió explicación sobre los allanamientos que se le habían hecho, nadie supo dar razón de ello. Días después, una cuñada, a petición suya, se llevó sus hijos a la ciudad y actualmente vive con ellos.

Desde este entonces, Diego estableció en su nuevo lugar de residencia una sede de su organización ecológica para darle continuidad a su labor y aunque ha recibido apoyo de entidades como Aseo Capital y el Fondo para la Acción Ambiental requiere mayor colaboración tecnológica para que haya mejores resultados. De la misma forma ha hecho especializaciones y capacitaciones en temas como los derechos humanos para continuar insistiendo en un mejor futuro donde sus ideales puedan hacerse realidad.

Palabras claves

Colombia, Antioquia

Comentarios

Como la cruz de ceniza en las frentes de los hijos del coronel Aureliano Buendía, en Cien Años de Soledad, el pasado persigue a los colombianos que sueñan con una sociedad diferente a la que les tocó. No importa su arrepentimiento, su cambio, su nueva labor o sus actos de contrición. Siempre estarán marcados, siempre serán perseguidos. A pesar de esto, persisten en su ideal.

Notas

Ficha realizada en el evento "Colombia insiste en los Derechos Humanos", Bogotá, Colombia, 9, 10, 11 septiembre de 2003.

* Por motivos de seguridad, se cambiaron los nombres.

Entrevista con ANÓNIMO

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