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El color de la tierra en la ciudad de México

la visión indígena de lo indígena

Carlos PIÑEYRO NELSON

07 / 2005

América Latina es uno de los continentes con mayor diversidad artística, cultural, social y política. Esto se debe en gran parte a la enorme gama de pueblos indígenas que existieron y existen en toda la región los cuales han elaborado un enorme legado que, a pesar de todos los intentos viejos y nuevos hechos para borrar estas cosmovisiones, han prevalecido de alguna forma hasta hoy siendo un aporte esencial para la América de nuestros días. Los indios de México no han sido la excepción y han sido una parte esencial en la construcción de la sociedad mexicana actual.

México es un país que siempre ha contado con una enorme cantidad de pueblos indios lo cual lo ha hecho una nación multicultural. Oficialmente se reconocen hoy día a 53 diferentes etnias indígenas distribuidas prácticamente en toda la república, lo cual ubica a México como el octavo país con mayor cantidad de estos pueblos en el mundo. En términos demográficos esto representa una población de más de 12 millones de habitantes, aproximadamente el 10% del total de mexicanos. La riqueza y el aporte a la cultura y al pensamiento social dado por los también llamados “pobladores originales” en México es diverso y vasto. Esto se refleja en muchos ámbitos de la vida mexicana como que va desde la comida, los atuendos y artesanías, hasta palabras usadas cotidianamente por todos, sin olvidar monumentos impresionantes como son las pirámides de distintas culturas, tradiciones como el Día de Muertos y, últimamente, propuestas políticas y reivindicaciones culturales, muchas veces nuevas para los mestizos, quienes son la mayoría de los mexicanos. El trato hacia los indígenas por el grueso de la población muchas veces ha sido discriminatorio y racista, por su supuesta inferioridad intelectual y atraso cultural.

Esto no es algo nuevo. Desde la llegada de los españoles a estas tierras, al indígena se le usó como peón para los trabajos más desgastantes y difíciles de realizar, tanto en el campo como en las incipientes ciudades, o como servidumbre de los peninsulares (españoles nacidos en España) y criollos (españoles nacidos en América). Este trato de esclavo generó, aunado con algunas enfermedades no conocidas por los indígenas, la acelerada muerte de millones de indios y la disminución de los diferentes pueblos, los cuales de haber sido más del 70% de los habitantes cuando llegó el reinado español en 1521 en lo que hoy es México, pasaron a ser actualmente el 10% de la población.

Lograda la independencia de España, la situación no mejoró para este sector social. Se les siguió tratando y viendo como personas de tercera clase, con el continuo despojo de sus tierras, la enorme falta de apoyo en materia de salud, educación, etc. Cabe mencionar que sólo ha existido en la historia post española un presidente mexicano de origen indígena. Electo a mediados del siglo XIX, Benito Juárez, conocido como el Benemérito de las Américas, se hizo célebre por su frase: “Entre las naciones como entre los individuos, el respeto al derecho ajeno es la paz.” Este personaje es visto por algunos mexicanos como una figura nacional y trascendental para el país porque fue durante su periodo como primer mandatario cuando se llevó a cabo la invasión francesa a México y fueron él y sus seguidores liberales los que derrotaron y expulsaron a los europeos de estas tierras. Por otro lado hay quienes lo ven como uno de los principales despojadores de las tierras indígenas, ya que permitió la privatización de las parcelas comunales y estableció la posibilidad de crear latifundios, con lo cual quienes estaban interesados “presionaron” muchas veces a los indígenas para que les vendieran, o mejor aún, les “cedieran” sus tierras.

Si bien hubo un poco más de atención a los indígenas después de la revolución de 1910-1920, la inercia creada desde antes no se modificó en mucho. Este panorama de desprecio, olvido y humillación generó varias revueltas indígena-campesinas en distintas épocas de la historia de México sin lograr cambios sustantivos en la forma de tratarlos y de pensar en ellos. La muerte por enfermedades curables como la diarrea, la falta de comida y de medicinas o el uso de estos seres humanos como mano de obra extremadamente barata casi no cambió. Sin embargo, el alzamiento del Ejército Zapatista de Liberación Nacional (EZLN), compuesto en su gran mayoría por indígenas mayas de distintas etnias del estado de Chiapas, en el sureste del país, el 1º de enero de 1994, fue una esperanza para cambiar las cosas. Con un lenguaje sencillo, crudo y directo, el EZLN retomó una exigencia clásica y fundamental de muchos indígenas: el derecho de ser mexicanos de primera clase, sin importar el color de su piel, su tamaño, su lengua y su forma de vestir, y reafirmando el derecho a poder ser diferentes y mantener sus costumbres y sus formas milenarias sin contradecir, en lo esencial, lo establecido por la ley suprema de México, la Constitución Política del país.

La violenta explosión zapatista forzó a todos los sectores sociales, políticos y económicos, sin importar su postura ante la situación, a retomar y abrir nuevamente el tema enterrado por muchos: el derecho de los pueblos indígenas a un trato y a una vida digna.

El resurgimiento de la cuestión indígena en México después del alzamiento del EZLN repercutió en varios aspectos de la sociedad. Ahora está mal visto en muchas partes del país ofender a un indígena por su forma de vestir o hablar, aunque en el fondo muchas personas sigan viéndolos como seres inferiores.} En México antes era más común escuchar la expresión “eres un indio” como forma de insulto y ahora eso ya no pasa tan seguido. Los dos gobiernos federales que se han sucedido desde la irrupción zapatista han buscado dar una mayor apariencia de respeto y tolerancia hacia las comunidades indígenas comparados con sus predecesores. Ahora, los gobiernos “festejan” la diversidad y el enorme aporte de los indígenas a la nación, aunque éstos sigan siendo una minoría sub-representada entre los legisladores locales y nacionales, así como en otros puestos importantes de la administración pública.

Ante esta aparente evolución de la clase gobernante y de la sociedad para con lo indígena, es importante preguntarle a alguien perteneciente a algún pueblo indio su opinión al respecto, su experiencia como indígena que vive en la Ciudad de México.

Demetrio es un indígena totonaca que vive desde hace 26 años fuera de su comunidad y que actualmente labora en una empresa de seguridad privada.

De acuerdo con el Diccionario de la Lengua Náhuatl o Mexicana, el término totonaca es el plural de totonacatl y se refiere a los habitantes de la provincia de Totonacapan. Algunos autores han señalado que el término « totonaco » significa « hombre de tierra caliente ». Ellos habitan a lo largo de la planicie costera del estado de Veracruz (al oeste del país) y en la sierra norte de Puebla (centro-oeste), donde predomina un paisaje montañoso.

Demetrio proviene del estado de Veracruz. Nació en la ciudad porteña e industrializada de Poza Rica, al norte del estado, hijo de totonacas. Allí esta etnia tiene una presencia considerable, según él, a pesar de que los datos oficiales no la mencionan como una entidad con gran cantidad de totonacas. A diferencia de la mayoría de los indígenas que dejan sus lugares de origen por necesidad de trabajar y sobrevivir, él se fue a la Ciudad de México para conocer y, eventualmente, laborar. Demetrio piensa en regresarse, pero no sabe cuando.

De entrada Demetrio dice que está orgulloso de sus raíces y que se identifica con ellas. Y es cierto ya que en el momento en que se le pregunta si es indígena, inmediatamente responde de manera afirmativa señalando su etnia. No habla totonaca, pero lo entiende; “en las escuelas no enseñan más que el español. La única forma de mantener la lengua es a través de los padres. Además es útil saberla porque en los lugares alejados de las ciudades (en Veracruz) la mayoría habla la lengua [autóctona] y no el español”.

¿Con qué te identificas de lo totonaca? “Con las tradiciones –responde- con la comida, con la forma de vestir (aunque él no se vista de forma típica), con la lengua, con las tradiciones como el Día de Muertos, con la tierra. Para nosotros la tierra no es nada más un espacio de cultivo al cual se le sacan alimentos. Es lo que representa nuestro pasado, nuestra familia, la convivencia entre el hombre y la naturaleza, el respeto mutuo que debe de existir entre nosotros”. Posteriormente se le pregunta si existe alguna diferencia en las formas de relacionarse entre las personas en su tierra y las de la ciudad. “Sí -dice sin pensarlo- el trato con las mujeres allá es distinto, es más abierto. Si saludas a una mujer, sin importar si la conoces o no, te devuelve el saludo, aunque sea con la mirada. Aquí ni te voltean a ver. También la gente es más amable: si alguien llega de afuera lo reciben amablemente, bien. Le indican por dónde debe de andar, le hablan de la comida, inclusive le dan de comer. Acá eso no sucede”.

Sobre la pregunta difícil ¿existe racismo hacia los indígenas? Demetrio no duda en responder. “Allá (en Veracruz) no. aquí si”. ¿Por qué aquí sí? “porque acá piensan que uno viene a pedir limosna o a robarles, lo cual no es cierto”. ¿Y el movimiento del EZLN ha servido para ayudar a que la gente no piense de esta forma de los indígenas? Demetrio piensa un poco antes de contestar y asegura que “los zapatistas están peleando por un bienestar mejor. Las cosas están cambiando, pero lento”.

No se puede dejar de lado la pregunta obligada: ¿El gobierno y los partidos políticos hacen algo por los pueblos indios? ¿Les importará este tema? Demetrio afirma que “ellos sólo buscan votos. Para eso hacen todo tipo de promesas. Pero cuando llegan al puesto (de elección por el cual compiten) se olvidan de todo lo que dijeron”.

El panorama parece desolador. Al final Demetrio sentencia: “El prejuicio hacia los indígenas no va a cambiar, es algo cultural. Pero a mí no me importa. Estoy orgulloso de ser totonaca”.

Palavras-chave

integração regional, identidade nacional, exclusão social, relações cidade campo


, México, América Latina, Ciudad de México

dossiê

Integración regional en América Latina : Chile, Colombia, México

Comentários

Sorprende saber de este tipo de nociones porque, a pesar de todo, la Ciudad de México es probablemente el lugar más respetuoso y sobre todo tolerante del país, con una gran diversidad social y cultural. En contraste, si uno va al norte o al sur de México el desprecio hacia los indígenas es todavía fuerte y mucho más visible que en la capital de la República.

Sin embargo, pareciera que la forma de ver y de entender a los pueblos indígenas ha cambiado desde la aparición pública del EZLN, por lo menos en algunas capas de la sociedad. Eso se vio bastante claro en el 2001, cuando la comandancia del grupo insurgente hizo una caravana, llamada “el color de la tierra”, por varias partes del sur y del centro de la nación, haciendo actos públicos en muchas ciudades y llenando todas las plazas públicas donde se presentó. Sin duda esto es algo que hasta a los partidos políticos, con todos los recursos con los cuales cuentan, les resulta difícil de hacer.

Sin embargo, es evidente lo mucho que falta por avanzar en todo el continente latinoamericano, no nada más en México, para alcanzar el reconocimiento pleno de los pobladores originarios como sujetos de pleno derecho y también con la opción a ser distintos del resto. Ejemplos de visiones racistas y retrógradas actualmente en el continente se ven en todos lados; el caso de los Aymaras en Bolivia, donde la población blanca se horroriza por siquiera pensar en la posibilidad de tener un presidente indígena en el gobierno, o el de los Mapuches en Chile donde sus reivindicaciones de nación autónoma libre para autodeterminarse es algo simplemente inconcebible. El camino indígena lleva más de 500 años resistiendo ante la intención de borrarlos del mapa, de quitarles sus recursos naturales y de esclavizarlos, y seguirán el tiempo que sea necesario, afortunadamente, para por fin lograr regir sus propias vida y las de sus pueblos.

Notas

Existen infinidad de libros acerca del tema indígena en México, como los de Fernando Benítez, “Los indios en México”. o de Miguel León Portilla, “La visión de los vencidos” o “México Profundo”, de Carlos Bonfil. En el género de novela esta “Balún Canan”, de Rosario Castellanos. Esta ficha fue realizada en el marco del desarrollo de la alianza metodológica ESPIRAL, Escritores Públicos para la Integración Regional en América Latina.

Fonte

Entrevista

Entrevista a SANTIAGO, Demetrio, vigilante de una unidad habitacional localizada en Avenida Centenario No. 300 Colonia Merced Gómez, Delegación Álvaro Obregón, México, D.F.

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